Cristo, sabes que no es fácil

Tú sabes lo duro que ha sido

Así como van las cosas

Me van a crucificar.

La Balada de John y Yoko (1969)

Mártir, según el diccionario es aquella persona que sufre grandes padecimientos en defensa de sus creencias o convicciones. Es una persona que acepta la muerte en defensa de su fe.

También se les ha llamado místicos y son quienes trabajan toda su vida para crear la unión con Dios, estudian los preceptos ideológicos de su religión o filosofía espiritual, practican estas ideas a diario y renuncian a todo lo que pueda separarles de esa vida contemplativa.

En 1963, en Vietnam, el gobierno impuso la religión católica y se caracterizó por su intolerancia religiosa en contra del budismo que generó una gran inconformidad. Al ser mayoría, los budistas salían a las calles a protestar en forma pacífica como es propio de su filosofía espiritual, sin embargo, las acciones de represión y persecución no se hacían esperar.

Un día como parte de las manifestaciones de protesta, el monje Thich Quang Duc, llegó en su automóvil junto con otros monjes budistas, descendió en medio de una calle de Saigón donde se sentó en el piso y después de una meditación indicó a sus acompañantes que lo rociaran con gasolina y él mismo se prendió fuego para inmolarse hasta morir.

Este evento quedó registrado en la fotografía del periodista Malcolm Browne, por lo cual esta acción se difundió en los medios internacionales de forma rápida. Thich Quang Duc no se quejó de ninguna forma, permaneció en profunda meditación y realizó este acto para dejar una evidencia de la injusticia que vivían los practicantes del budismo.

Este acto ha generado diversas opiniones; si se trató de un suicidio o de un martirio con el fin de pedir al presidente la igualdad religiosa para todos los habitantes del país. Para los vietnamitas, la inmolación fue considerada como un acto de compasión y llevó a los budistas a honrar al venerable monje como bodhisattva, es decir aquel que sigue el camino de Buda y realiza acciones en conciencia plena por el bien de su comunidad.

El Concilio de Trento de 1545 a 1563 fue convocado por la Iglesia Católica después de la crisis ocasionada por la Reforma Protestante que cuestionaba la corrupción y la vida licenciosa del alto clero. Se redefinió la doctrina católica y se impuso una estricta disciplina a sus miembros, por lo cual la evocación de los primeros mártires perseguidos por su religiosidad fue muy oportuna durante este proceso.

Se recuperaron las vidas de los santos y se indicó a los artistas la creación de imágenes que narraran con énfasis las experiencias místicas, en especial las relacionadas con el martirio para mostrarlas como ejemplares para los católicos. Después de este evento la gente vivía inmersa en la religiosidad y ninguna actividad humana tenía sentido fuera de ella. Los místicos católicos pensaban que el alejamiento de las tentaciones pecaminosas y la debilidad de los sentidos los alejan de Dios, para ello practican la ascesis, así como sacrificios y mortificaciones en su camino para crear la unión divina.

Hacia el siglo II d.n.e., vivió San Sebastián Mártir, un joven que servía en el ejército del emperador romano y predicaba la religión católica de manera clandestina pues el estado perseguía a los creyentes, los condenaba a penosas torturas y a la muerte. Cuando Sebastián fue descubierto lo entregaron a los arqueros para que lo atravesaran con sus flechas hasta morir.

Su ejemplo de resistencia al dolor y congruencia con sus creencias ha sido un ejemplo para los católicos que perduró hasta nuestros días. Lo podemos ver en las festividades de este y otros mártires alrededor de mundo católico, con la adoración de sus reliquias, estas fiestas de fervor religioso que en muchas de ellas se respira un ambiente solemne y de servicio funerario.

Durante la Edad Media, las personas asociaban las flechas con las epidemias porque ambas volaban por el aire sin ruido, causaban un gran daño y dejaban el cuerpo lleno de llagas, pústulas y dolor igual que los síntomas de la peste. San Sebastián se convirtió así en un santo protector contra las enfermedades y fungió como intercesor ante Dios para aplacar la furia de la pandemia que diezmó a la población europea de aquellos años.

Las personas que practican la religión católica siguen encontrando en estas historias del martirio un ejemplo de devoción y continuidad con las enseñanzas del Jesucristo que se sacrificó por el bien común.

Ha surgido la reflexión sobre la diferencia entre suicidio y martirio y se concluye que el mártir no busca morir, sino que acepta con humildad y mansedumbre este fin. El mártir no está cansado de vivir, no desea la muerte, con su acto afirma la fidelidad, la justicia y la verdad. No renuncia a vivir, sino que se dispone en esta aceptación de algo injusto a una vida plena y sabe que tendrá la compensación en la vida eterna.

Hoy en día sabemos que el suicidio es una de las muchas formas de morir, aunque ha sido reprobado por diversas sociedades. El suicida siente la vida como una gran carga y desea la muerte. El valor del suicidio, dejar de ser humano, a pesar de tener la libertad, el derecho a vivir y morir en la forma que cada persona decida; es un tema sumamente polémico.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos aliados en la reconstrucción de los países afectados se unieron para apoyar política y económicamente a la comunidad judía para compensar el holocausto y se creó el Estado de Israel. Esto causó un gran descontento en la nación de Palestina que era el pueblo originario en aquella región donde surgieron el islam y las enseñanzas del profeta Mahoma.

Los palestinos fueron reducidos a una franja del territorio que ocupaban para ser habitado por los israelitas. Esto originó una serie de interminables conflictos armados e ideológicos que se viven hasta nuestros días, porque ambas comunidades consideran aquella región como una Tierra Santa. La sociedad palestina ha mostrado acciones extremas para protestar y demandar su derecho a la ocupación de su país de origen. Una de las más impresionantes, fue el ataque a la sede de los Juegos Olímpicos en Múnich, 1972.

Los shadid, que en árabe significa testigo, aunque también son las personas fallecidas por causa del islam, se les considera mártires que han muerto al cumplir un mandato religioso. Se envuelven en explosivos y se presentan delante de sus agresores, quienes también armados se defienden con firmeza. Es un concepto muy elevado, complicado de entender, para los musulmanes representa gran dignidad y es la búsqueda de la eternidad.

Sin embargo, las imágenes registradas por los medios de comunicación causan gran pesadumbre. Para los musulmanes, los shadid son admirables mártires de la libertad y de orientación nacionalista, pero son considerados terroristas por sus adversarios. Si bien el islam exige a sus practicantes el esfuerzo para extender su religión a todas las sociedades, no todas sus corrientes ideológicas apoyan las acciones de violencia extrema y siempre procuran la moderación.

En Memorial San Ángel compartimos las ideas de la diversidad e inclusión. Creemos que la información es necesaria para conocernos mejor como seres humanos, con amor sin menosprecio de las otras personas por diferentes que sean. Con la apertura al encuentro de múltiples ideas, contribuimos a la convivencia pacífica y te recordamos que estamos contigo hasta el final.