Naturaleza muerta, el arte de capturar la vida.
Josefa Sanromán, Bodegón, s. XIX, óleo sobre tela, Colección Fundación Cultural Antonio Haghnebeck/ Museo Casa de la Bola.
Parece que todos hagamos las cosas solo para un momento determinado, y que jamás volvamos a hacerlas. Jamás. Esta urgente temporalidad me da miedo.
Virginia Woolf. Las olas (1931)
La naturaleza muerta, también llamada bodegón, es un género de la pintura cuyos orígenes son muy antiguos y su tema principal es presentar objetos de la vida cotidiana, dispuestos de cierta forma para que las personas puedan acceder a una descripción clara de esos objetos. Lo más común es presentar comida, flores, animales muertos o vivos y posesiones humanas; instrumentos musicales, científicos, monedas, trastos, libros, relojes y demás; siempre pintados en forma realista, aunque con diversos significados a lo largo de la historia.
En la antigua Roma, se han encontrado pinturas o mosaicos con objetos de la vida cotidiana en los muros de las casas que demostraban grandes habilidades por parte de los artistas que los realizaron. Estas pinturas son una ventana al pasado y a las costumbres de aquella época, pues muestran la variedad de comida y diversos objetos de cocina dispuestos sobre mesas de comedor que disfrutaban según las estaciones del año.
Durante el siglo XVII, la expansión de la religión protestante en los Países Bajos prohibía pintar santos o personajes de la religión y la pintura de naturaleza muerta se recuperó. Se agregaron cráneos que representaban a la muerte para dar el mensaje de la fugacidad de la vida, sobre frutas maduras y flores a punto de marchitar, que recuerdan lo perecedero, lo efímero y el poco valor que tiene acumular objetos, riquezas o conocimientos; placeres de la vida que se perderán sin remedio después de morir. A esas pinturas se le llama: vanitas, que en latín significa, vacío y tenían un mensaje moralizante sobre la inútil vanidad o superioridad humana y algunas se acompañaban de la frase “omnia mors aequat” que en latín significa: la muerte iguala a todos.
Lee nuestro artículo Vánitas: https://www.sanangelmemorial.com.mx/vanitas-arte-sobre-la-vida-y-la-muerte
Clara Peeters. Vanitas, retrato de la artista, 1610, óleo sobre madera. Colección Privada.
Los artistas de la religión católica pintaron los objetos de la naturaleza y recurrieron al simbolismo de las flores. Las rosas representaban a la Virgen María y se agregaban lirios como símbolo de su virginidad y pureza de mente. Los girasoles indicaban la devoción y las violetas, la modestia. Las amapolas se referían a los sueños místicos y pintaron insectos como las hormigas que representan el trabajo duro y las mariposas eran símbolo de transformación. Los bodegones donde aparecen abundantes alimentos y bebidas eran un recordatorio del pecado de la gula.
Se consideraba que los pintores de naturalezas muertas eran menores, aunque se reconoció que este género pictórico enaltecía las virtudes y el oficio de quienes lo realizaban, pues el realismo y el nivel de detalle forma parte de las características de estas pinturas. En el siglo XX, artistas de todo el mundo se vieron motivados a elegir esta forma de pintar, al incursionar en este género aportaron propuestas de composición, organización espacial y geometría.
México no fue la excepción y durante el siglo XIX, el arte de nuestro país se vio muy influenciado por esta pintura. Algunos artistas le llamaron “la pintura de la humilde verdad”, pues se enfocaron en el sentido simbólico de los objetos perecederos de la naturaleza y en el tránsito humano por la vida.
Era una época donde no existían los refrigeradores modernos y los métodos de conservación y elaboración de los alimentos era complicado y dependía de lo que hubiera en el momento presente, de los animales que se pudieran cazar o de los alimentos que se podían preservar por medio de la fermentación o sumergidos en salmueras o aceites; se convirtieron en objetos preciosos que pudieron eternizarse en la pintura más no en la realidad.
Muchas pinturas de este género se hicieron por encargo, pues se preferían para decorar las casas. Todo lo que aparece en los bodegones mexicanos es también una lectura del pasado, de las costumbres alimenticias de nuestro país y de quienes comían esos alimentos en los diversos estratos sociales.
La pintura de naturaleza muerta es de gran riqueza, además de su simbolismo, sirvió a los científicos para dejar un registro de las diversas especies endémicas, sobre todo las que se encontraban en las expediciones de descubrimiento de nuevos países, así se crearon las enciclopedias de botánica.
Se identifica con la pintura femenina pues hasta el siglo XIX, las mujeres en todo el mundo no tenían acceso a la educación artística formal y se les prohibía pintar grandes obras de arte, por eso aquellas que pudieron tener clases de pintura, se inclinaron por el bodegón, algo socialmente aceptado. Representaba un reto mostrar habilidades en la composición, las texturas y añadir elementos simbólicos. Es pertinente destacar el trabajo de Juliana y Josefa Sanromán, pintoras mexicanas que por su condición económica y en forma excepcional accedieron a la Academia de San Carlos y son reconocidas por su oficio.
En muchas naturalezas muertas aparecen mariposas y Elisabeth Kübler Ross contó algo muy interesante después de visitar el campo de concentración de Majdanek en 1946. Cuando llegó al lugar donde aguadaban los niños antes de morir en la cámara de gas, las paredes estaban cubiertas con dibujos de mariposas grabadas con las uñas y años después entendió el profundo significado de aquellos dibujos. Los niños sabían que al morir se convertirían en mariposas y sus cuerpos solo eran capullos que pronto dejarían el sufrimiento atrás en tránsito hacia un nuevo comienzo. Recuerda que para acompañarte en la transición más especial, en Memorial San Ángel estamos contigo hasta el final.
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