Solo el nacimiento puede conquistar la muerte,

el nacimiento no de algo viejo sino de algo nuevo.

Joseph Campbell.

Un impulso, un conocimiento casi inconsciente o una llamada interior al deber, es lo que lleva a muchas personas escoger un camino complicado y valiente para generar una transformación del entorno y dejar un legado para la eternidad.

En la antigüedad se les reconocía como descendientes de alguna deidad y portadores de una virtud extraordinaria para realizar una hazaña notable entre sus semejantes y en beneficio de su país. Se les ha  llamado héroes y heroínas de la patria.

En la víspera de la celebración del bicentenario de la consumación de la Independencia de México (1821-2021), se hace un reconocimiento a aquellas personas dotadas de la virtud heroica y que fueron capaces de morir por sus causas por lo que se les considera mártires de la patria.

La patria es la tierra donde se nace y por la que se tiene un vínculo cultural y sentimental, como si fuera el amor a una madre y al considerarse así quienes la habitan tienen la responsabilidad de observar su bienestar y cambiar aquello que se considere injusto o poco conveniente para la sociedad.

Los héroes y heroínas de la patria, tienes diversos orígenes y sus vidas hubieran permanecido anónimas de no ser por las historias sobre sus hazañas que se transmiten de forma oral o escrita. En general, surgen como rebeldes de pensamiento, casi siempre adverso al status quo y no son apreciados por sus contemporáneos.

Estas personas tuvieron un perfil similar, una educación formal o informal pero con gran curiosidad para hacer lecturas diversas que expandieron su pensamiento. Personalidad irreverente, rebelde y disruptiva. Un gran anhelo de justicia social sobresaliente.

En México fue entre 1821 y 1829 que los héroes de la patria comenzaron a reconocerse con el fin de conformar la nación independiente y en la mayoría de los casos son aquellos que murieron sentenciados y fusilados. Se considera que su muerte fue prematura y su sacrificio los inmortalizó.

También llamados padres de la patria, ya que han sido en su mayoría hombres y menos mujeres; fueron objeto de homenajes, se escribieron sus historias y se creó una especie de mitología a su alrededor para convertirse en símbolos que alentaban el nacionalismo de un país devastado por las guerras.

La forma como se elaboró esta mitología recordaba los evangelios o las biografías de santos. Por ejemplo, la historia del padre de la patria independiente Miguel Hidalgo, en su llamado a las armas, portaba un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe y su lucha duró poco menos de un año, antes de ser fusilado; esto generó los elementos para el discurso de reconocimiento a su memoria y la de sus seguidores. La Guadalupana como ícono de cohesión social, es de un poder extraordinario, por el hecho de que se tomó como parte del mito fundacional de la identidad del pueblo independiente de la corona española en ese estandarte que unió diferentes fuerzas con una cauda común; aquel símbolo basado en la historia de María, madre de Dios, eligiendo esta nación para presentarse también como madre de un pueblo con dos diferentes sistemas de creencias amalgamados en su fenotipo de mujer mestiza que alentó la construcción de uno de los pilares de lo que llamamos “identidad mexicana”.

Hemos visto cómo desde entonces, así como en su momento el cura Hidalgo, tomó aquel estandarte para vestir su lucha, los gobiernos de México se dicen sucesores de los héroes de la patria y han adaptado la historia de esos personajes, a sus discursos políticos para dar sustento histórico que los legitime ante la ciudadanía.

Hoy en día se estudian con más veracidad las causas de los diversos personajes y su contexto histórico. Algunos historiadores reconocen aquellos que en otras épocas se consideraban villanos y en la narrativa de la historia, comienzan a dejar de omitirse los errores o defectos, con el fin de reforzar la conexión, identidad y admiración hacia estas personas, es decir, nuestros héroes cada vez resultan más humanos y cercanos.

Se ha creado también a manera de “santoral patriótico”, un calendario de fechas en las que se recuerda a los héroes de la Independencia, la Revolución Mexicana y otros eventos para homenajear a sus protagonistas y se ofrecen discusiones en las escuelas con el fin de motivar la reflexión.

La llamada memoria histórica ha servido para entender que los héroes y heroínas, tuvieron peculiaridades que no toda la gente posee. Se estudia su proceder en las acciones bélicas, si fueron justificadas o no, sus sacrificios y en muchos casos se reconoce que su anhelo de libertad para la nación fue una gran carga y la causa de su muerte.

Los mártires de la patria no solo han sido los insurgentes, ni los próceres del republicanismo o los revolucionarios de 1910; lo héroes surgen a cada momento. En la filosofía budista se reconoce a los bodhisattvas o aquellas personas que siguen el camino del Buda al ejercer el principio de compasión en todo momento y siempre están disponibles para ayudar. Es el ejemplo del personal médico, enfermeras, empleados de hospitales y trabajadores de las funerarias que fallecieron al permanecer en el frente de batalla durante la pandemia de Covid-19, son los mártires contemporáneos de la patria que deben cubrirse de gloria y nunca los olvidaremos.

En algún momento de la vida tenemos la posibilidad de transformar el entorno en función del bien común, de la igualdad y la justicia. En Memorial San Ángel rendimos un homenaje a las personas extraordinarias que se sacrifican a diario para tener un país mejor y así como ellos todos los días refrendan su compromiso con su labor, también nosotros estamos contigo hasta el final.